“Los inventos están para solucionar cosas”, sentencia Francisco Añazgo, especialista en invenciones de la Universidad Nacional del Callao. Hoy, él puede ratificar que los proyectos guardan detrás un motivo especial que los hace únicos: solucionar una problemática que aqueja a un grupo de personas. El cargador a base de imanes flotantes que pudo llevar a cabo es la respuesta a una experiencia que vivió para darle vuelta y hallar una llave de oro.
Durante una supervisión donde le tocó estar a cargo del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, Francisco se quedó sin batería en su celular. Preocupado y dudoso, no encontraba un lugar donde cargar su móvil. Incluso, debía usar la carga de la laptop para obtener algunos minutos más con el celular activo. En dicho lugar, nacieron sus primeras nociones que le permitieron ser inventor.
¿Qué problemáticas se presentaron? La batería de su celular se agotaba rápidamente, no existían tomacorrientes a la mano y había una urgencia de energía de día o de noche. En ese sentido, por más básico que pareciera, encontró una realidad lejos de casa y en medio del frío ayacuchano. Francisco considera que el móvil es un producto popular, pues es indispensable para cualquiera hoy en día. Entonces, en ese instante de decisión, Francisco se propuso crear una solución ecológica. Esta fue un cargador manual con imanes flotantes y movimiento amortiguado para dispositivos electrónicos.
Antes de pensar en dicha alternativa, encontró los defectos de las otras existentes. Por ejemplo, en cuanto a un panel solar, se dio cuenta que no podía cargar de noche y sobre una batería externa, iba a ser una carga limitada. En ese sentido, necesitaba un instrumento portátil que pueda ayudar las 24 horas del día y sea de utilidad sin consumir mucha energía de algún tomacorriente inexistente de los lugares más complejos. A través de las leyes de la física (la ley de Faraday y de Lenz), Francisco utilizó el movimiento en ambos sentidos de un imán para generar energía. Fue en ese momento cuando pudo añadir una batería para acumular dicha energía.
Lo máximo que ha llegado es 50 voltios generados dentro de Shake; sin embargo, Francisco ya logró su objetivo principal: generar una solución que produzca energía eléctrica para cargar los celulares de las personas. De ese modo, con una simple conexión USB al Shake, podrás sentirte seguro de usar tu dispositivo electrónico y no ver que se le acabe la batería. Así, Francisco se siente feliz de haber llevado su experiencia a una alternativa ecológica para la comunidad.